El bisfenol A o BPA para abreviar, ha sido objeto de atención durante décadas, tanto por parte de la Industria Química como por los Gobiernos que debieran vigilar por nuestra seguridad. Los estudios independientes, no financiados por la Industria, han mostrado lo peligroso que es este producto químico en realidad. Los
últimos estudios independientes sobre el BPA no dicen lo contrario, sino que señalan que esta sustancia tiene el potencial de aumentar el riesgo de cáncer de mama cuando la exposición a él sucede en el útero.
El BPA es una sustancia química de uso común que se utiliza principalmente en la producción de plásticos para la fabricación de biberones, productos enlatados ( presente en el r
ecubrimiento interior de la latas de conserva), botellas de refrescos y otros productos comunes de plástico que normalmente contienen alimentos o bebidas ( también se encuentran en un sinnúmero de otros productos con
plástico de policarbonato, incluidos dispositivos médicos). Ayuda en la conservación de productos perecederos, pero tiene un alto coste para la salud humana.
Este producto químico se filtra fácilmente a través del plástico y es ingerido por los seres humanos, incluso puede ser absorbido a través de la piel. Los
cálculos muestran que en los Estados Unidos, los seres humanos consumen alrededor de 50 microgramos al día de bisfenol A por kilogramo de peso corporal. El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) estima que el 93% de los estadounidenses tienen cantidades detectables de BPA en su organismo.
El último estudio, publicado a principios de este mes, muestra que la exposición intrauterina al BPA en los monos
macacus rhesus produce anormalidades en el desarrollo de las glándulas mamarias. ( Estudio aparecido en la revista Proceedings of the National Academies of Sciences, según se indica en
Globelia).
“
Un estudio reciente, realizado en primates, ha descubierto que la exposición durante el desarrollo del feto al bisfenol A (BPA), altera el desarrollo de su glándula mamaria, dijo San Francisco Gate (SF Gate). Durante el estudio, los investigadores alimentaron a las monas preñadas (macacus rhesus) con piezas de fruta que contenían BPA todos los días durante el tercer trimestre del embarazo.
Los niveles de BPA alcanzado en las sangre de los monos llegó a los observados en la sangre humana, según Patricia Hunt, genetista de la Universidad Estatal de Washington y autora del estudio, dijo en San Francisco Gate (SF Gate). Los cambios observados aumentan las preocupaciones de que el BPA pueda contribuir al cáncer de mama, según el equipo de investigación.
Los investigadores estudiaron las glándulas mamarias de las crías hembras de los monos expuesto al BPA y descubrieron cambios en sus glándulas, con los tejidos más densos. La densidad del tejido mamario es un factor de riesgo para el cáncer de mama, según explicó Hunt.
Los estudios realizados previamente y los nuevos que se han llevado a cabo por Ana Soto y Carlos Sonnenschein, revelan que la exposición de los roedores a pequeñas cantidades de BPA pueden alterar sus glándulas mamarias y dar lugar a lesiones precancerosas y cáncer en el futuro”.
[En este vídeo (en inglés), los doctores Ana Soto y Carlos Sonnenschein cuentan la fascinante historia de cómo un accidente de laboratorio les hizo detener la investigación que estaban realizando y llevar a cabo una nueva para descubrir que los tubos de ensayo de plástico estaban produciendo actividad estrogénica, abriendo así una nueva vía de investigación. Se dieron cuenta de que “el problema ( de la actividad estrogénica) era mucho más grave de lo que inicialmente se creía”.
Ana Soto, coautora del nuevo estudio, pero que también ha trabajado en estudio previos de los efectos del BPA, dijo que los nuevos descubrimientos sugieren que el BPA “ es un producto que produce cáncer de mama en los seres humanos” y que por tanto se debe evitar una exposición prolongada al mismo.
La relación del BPA con el cáncer de mama es el último de los peligros asociados con el BPA. La revista Journal of the American Medical Association (JAMA) ya informó en 2008 que la exposición al BPA estaba relacionada con un aumento en las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y anormalidades en las enzimas hepáticas. Y estos efectos se observaban a dosis relativamente bajas de BPA, muy por debajo de las cantidades consumidas por los estadounidenses en su
dieta diaria.
Muchas compañías, incluyendo Playtex, Gerber y otros fabricantes de biberones han dejado de utilizar BPA en sus productos de forma voluntaria, ya que
no existen prohibiciones para su utilización ( en Francia sí existe esa prohibición).
Las empresas que fabrican el BPA, entre ellas
Dow Chemical y Bayer, obtienen unos beneficios de 6 mil millones de dólares en la venta de este producto químico. Y con ese dinero se trata de convencer al público de que no hay motivo de preocupación. De hecho, realizan un buen trabajo de relaciones públicas, de modo que convencieron a la EPA ( Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) de que
tomase una decisión en base a los estudios realizados por la propia Industria. Todos y cada uno de ellos han demostrado que el BPA “es totalmente inocuo”, en comparación con sólo el 10% de los estudios independientes que señalan que no hay ningún motivo de preocupación.
Uno de los principales defensores del uso de BPA es la American Chemistry Council (ACC), un grupo destacado dentro de la Industria Química. Para hacerse una idea de cómo funciona todo esto, su ex presidente Jack Gerard es el actual presidente del Instituto Americano del Petróleo. La organización ha gastado millones de dólares en los últimos años para evitar que la EPA tomase medidas de regulación más estrictas de este producto químico, todas las cuales estaban ya sentenciadas incluso antes de que se procediese a su estudio.
En el año 2010 la ACC gastó casi 10 millones de dólares en California para obstruir cualquier medida destinada a restringir el uso del BPA.
Pero no todo está perdido.
Los consumidores pueden actuar para evitar la exposición al BPA, eligiendo productos que no lo contengan, previniendo la exposición, consumiendo por ejemplo verduras frescas en lugar de verduras en conserva.
El recubrimiento interior de algunas latas de conserva tienen grandes cantidades de bisfenol A, un potente disruptor endocrino.
Este artículo proporciona algunos consejos más sobre las medidas preventivas que se pueden tomar. Mientras, la Industria está canalizando dinero a Washington, de modo que los cambios sólo podrán venir de la presión de los consumidores, lo que podrán hacer si van vaciando las billeteras de aquellos.
Así que mientras los consumidores no tomen medidas para limitar la exposición al BPA, y los Gobiernos no investiguen y protejan a los consumidores de los productos químicos nocivos, será preciso evitar que siga fluyendo dinero en las arcas de los políticos de turno, el más poderoso contaminante de estos tiempos.
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